Cómo pasar de un trabajo que no te llena a vivir del maquillaje

Cómo pasar de un trabajo que no te llena a vivir del maquillaje

Sandra Gutierrez
Sandra Gutierrez

Andrea Curto te cuenta en su pódcast Maquilladora en tiempo real todos los detalles acerca de sus comienzos como maquilladora y sobre las dificultades que debió atravesar para convertirse en una profesional exitosa y reconocida.

Sus comienzos como maquilladora

¿Cómo te sentías cuando tenías un trabajo que no te llenaba?

Me acuerdo que, durante el último tiempo, me despertaba a la mañana, me sentaba en la cama y lloraba porque tenía que ir a un trabajo que no me gustaba. Trabajaba como secretaria en un sindicato y, aunque no es un feo trabajo, realmente no era lo mío porque no me gustaba estar 8 horas en una oficina de lunes a viernes.

A medida que fue pasando el tiempo, yo ya tenía claro que no quería quedarme ahí para siempre.

¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo del maquillaje?

Comencé trabajando en una oficina con 18 años para pagarme mis estudios de primer año de Medicina. Después, me di cuenta que Medicina no era lo mío porque dentro de mí siempre había un costado más artístico. En ese momento salió una carrera nueva al mercado: Diseño de Indumentaria.

Me anoté y a fin de año hicimos un desfile en conjunto con toda la universidad. A primer año, que era donde yo estaba, le tocaba la parte de maquillaje y el peinado de las modelos.

Allí empecé a investigar y me di cuenta que me gustaba y que tenía facilidad.

Pero, lamentablemente, cuando empecé segundo año, vivimos una situación familiar muy desgraciada, por lo que tuve que dejar la carrera para estar con mi familia. Y tenía que seguir trabajando para mantenerme también.

Pero como soy una persona que no puede estar quieta, me propuse buscar algo, aunque sea dos veces por semana, para cuando salía del trabajo. Quería capacitarme en algo.

Entonces, fui al Centro Cultural que pertenece a la Universidad de Buenos Aires y para lo único que había cupos era para Maquillaje de Caracterización. Como tenía tantas ganas de hacer algo, me pareció interesante y comencé ese taller.

De inmediato me enamoré de esto y además me encontré con que tenía facilidad para enseñar porque entendía rápido todo lo que nos explicaban. Entonces, en el tiempo libre que me quedaba, ayudaba a mis compañeras que no habían entendido.

Ahí me di cuenta que quería dedicarme a eso.  

Cómo alcanzar el sueño de vivir del maquillaje

¿Tuviste alguna voz interior que te dijera que no lo ibas a lograr?

Sí, y peor aún, cuando fui a mi casa y le comenté a mi madre que no iba a ir a la universidad el siguiente año, me dijo: “¿De qué vas a vivir? Eso es muy lindo para hacerlo de vez en cuando como un hobby, pero para vivir de eso, no. Vuelve a la universidad”.

¿Qué sentiste en ese momento?

Y ahí se me vino el mundo abajo porque, justamente, ¿cómo pasas de un trabajo que no te llena, pero que a fin de mes tienes tu sueldo seguro, para vivir del maquillaje?

Tuve la suerte de estar siempre con los pies sobre la tierra, porque yo decidí arriesgarme, me di la oportunidad, me formé, pero no dejé en ese entonces el trabajo seguro porque iba a ser mi puente para después dar el salto. Pero eso no iba a ser por mucho tiempo porque yo me propuse que, desde ese momento hasta solo un par de meses después, me iba a ir de ese trabajo.

El camino de la formación

¿Qué tuviste que hacer para lograr ese objetivo?

Me tuve que formar. De ese sueldo dejaba mitad para ayudar a mi familia y la otra mitad la invertía en formación. No me quedaba nada a fin de mes, pero no me importaba porque sabía a dónde quería ir y que eso era solo una parte del proceso. Así que decidí formarme en la mejor escuela de maquillaje profesional que podía pagar con mi sueldo.

Antes de terminar de estudiar ya estaba trabajando porque siempre fui muy arriesgada.

¿Cuánto tiempo pasó hasta que realmente pudiste vivir del maquillaje?

Un año y medio o dos años. Pero hay algo muy importante: si yo quiero ser maquilladora profesional y quiero tener éxito, entonces hay que estar dispuestos a invertir, a pasar un proceso, a tener paciencia, a sacrificarnos quizás en un trabajo que no nos gusta, a no tener dinero para darnos algunos gustos y a hacer las cosas a su debido tiempo.

Dejarlo todo por mi pasión hubiera sido muy romántico, pero no realista, porque de algo tenía que vivir. Si hubiera dejado el trabajo, no me hubiera podido permitir el buscar la mejor escuela de aquel momento.

Consejos para futuras maquilladoras

¿Qué les recomiendas a todas las personas que desean vivir del maquillaje profesional?

Hay que escuchar la voz interior. Y siempre les digo a mis alumnas que no se enojen con la gente que las rodea porque ellos siempre dicen las cosas desde el amor y, quizá, porque desconocen lo que es el mundo del maquillaje.

Hay que arriesgarse y probar porque puede ser muy triste llegar al final de la vida y no haber hecho lo que nos gustaba solo por darle más importancia a lo que decían los demás.

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