Andrea Curto nos cuenta en el pódcast Maquilladora en tiempo real cuáles fueron sus mayores barreras cuando decidió comenzar en el mundo del maquillaje y cómo las superó para continuar con su pasión.

¿Cuáles fueron tus principales obstáculos cuando comenzaste como maquilladora hace ya más de 20 años?

El principal obstáculo para convertirme en maquilladora profesional fue el no apoyo de mi familia y de mis amigos. Pero lo que más me frenaba era que mi familia no me apoyara. Mi madre no estaba de acuerdo con que yo estudiara maquillaje; le parecía que era una pérdida de tiempo, que de esto no se podía vivir, que era para unas pocas, que era para elegidas. Si uno no tiene la convicción fuerte, la tendencia es a abandonar. Y no porque la gente que te rodea te lo diga porque no te quiere, sino porque son sus creencias.

Entonces, si uno no sabe bien a qué se enfrenta realmente, qué es el mundo del maquillaje, si uno no investiga de qué se trata, cuáles son los campos, entonces puede ser que ese no apoyo te haga tropezar en el camino y pienses que tu familia tiene razón.

¿Tuviste algún tipo de apoyo?

Por suerte, yo tuve a mi mejor amiga de toda la vida del colegio secundario, que se llama Claudia, que siempre es la que cree en mí. Entonces, en aquel momento, ella me dijo que me apoyaba. Y eso para mí fue muy importante porque me ayudó a seguir adelante y a confiar en esto que siento.

Y, por otro lado, también cuando empecé a formarme en el curso de caracterización, las compañeras que tuve en este curso también fueron parte de mi historia. Esas personas sin saberlo contribuyeron a que yo siga dando los pasos porque te daban esas palabras de aliento que necesitabas.

Cómo enfrentar los comentarios negativos

¿Cómo se hace para no sentirnos influenciados por lo que nos dice nuestra familia y nuestro círculo cercano?

Yo usaba esa rabia o esa impotencia que te da que no te apoyen y la transformaba en energía positiva. Es decir, yo decía que iba a demostrar que sí se puede, que yo puedo vivir de esto, que yo puedo tener una carrera como maquilladora. Y no hay que hacer esto con un sentimiento de venganza, sino para demostrarles que esto es real y que pueden estar tranquilos. No hay que quedarse con el sentimiento negativo ni estar en contra de los demás.

No hay mejor manera de demostrar las cosas que haciendo que funcione y mostrando los resultados. En mi caso, pasó mucho tiempo hasta que mi mamá reconoció que lo que estaba haciendo era en serio. Y eso fue una vez cuando le mandé una foto a mi mamá con Plácido Domingo.

En el Teatro Real de Madrid estaban haciendo la presentación de un disco de Plácido Domingo y, como necesitaban maquilladora, me llamaron. Por supuesto, me hice la foto con él porque sabía que mi mamá iba a estar encantada, además de que me regaló un disco firmado que se lo envié a mi madre. Así fue como mi mamá lo entendió. Pero no siempre tiene que ser así; no tenemos que tener la foto con Plácido Domingo para demostrarle a nuestra familia que esto es en serio. Simplemente, hay que mostrar con hechos que estás trabajando.

¿Cómo podemos hacer para darnos cuenta de que lo que nosotros estamos pensando y planeando es lo correcto?

No hay una fórmula; creo que es algo más interno. Hay que dejar de escuchar tanto el ruido, prestar más atención al interior y guiarnos por esa intuición. El ser humano es intuitivo por naturaleza y eso es tanto para lo bueno como para lo malo. Sabemos cuándo estamos en lo cierto y, también, aunque sepamos muchas veces que vamos a tomar una mala decisión, somos impulsivos y lo hacemos igual. Pero en el fondo sabíamos que estábamos por meter la pata. Lo mismo pasa cuando sabemos que estamos acertados y que para donde vamos es el camino real. A veces podemos tardar más o menos, pero en el fondo siempre está la respuesta.

Darse la oportunidad

Tú no te quedaste con la idea de “que hubiera pasado si…” Tú decidiste hacerlo y evitaste esa frustración que se puede sentir toda la vida.

En TUMAKEUP, tenemos cientos y cientos de alumnas y con lo que me encuentro cada vez que estamos cerrando o abriendo un programa profesional es con los testimonios que cuentan sobre cómo hicieron cuando dieron el paso, los miedos con los que entraron a estudiar maquillaje y toda esa transformación que sintieron cuando salieron del programa.

He tenido señoras de 60 años llorando porque decían que no podían creer que habían esperado tanto y que ahora eran felices porque por fin hacían lo que siempre quisieron, que era trabajar como maquilladoras profesionales. Entonces, qué triste sería llegar al final de nuestra vida diciendo “cómo hubiera sido mi vida si…” Y aunque sea una frase hecha, tengo que decir que nunca es tarde.

Si yo me hubiera quedado en la oficina como administrativa, nunca hubiera tenido tantas experiencias y me hubiera sentido frustrada. Y lo volvería a hacer y volvería a pasar por todas las lágrimas y tristezas que tuve que atravesar.

¿Qué consejo le darías a esas mujeres que ahora mismo están pensando que quieren ser maquilladoras, pero no se deciden porque no están seguras de si es lo que ellas quieren hacer para toda la vida?

Que se den la oportunidad. Si te das esa oportunidad, ganas conocimiento y confianza. Y ganas realmente saber si es lo tuyo o si era solo una fantasía del momento. La vida es cambio y movimiento, no nos podemos quedar siempre en el mismo lugar porque entonces siempre vamos a tener el mismo resultado.

Conozco a mucha gente que desde hace 20 años se queja de que no le gusta su trabajo, pero no hace nada para cambiarlo con la excusa de que eso es lo seguro. Y lo he contado: yo tampoco dejé todo para ser maquilladora. Probé trabajar y formarme al mismo tiempo para ver si me gustaba y, a la vez, ese trabajo de oficina me sirvió como un puente para llegar a lo que me gusta.

No firmamos con sangre ningún pacto, así que, si el maquillaje no es lo tuyo, no importa. Lo dejamos y seguimos adelante. Permite equivocarte. Y si es lo tuyo, lo vas a saber enseguida.